Historia General del Pueblo Dominicano Tomo I
Historia general del pueblo dominicano 543 Domingo fueron enviadas a defender a Santiago, que era atacada por más de mil franceses que la querían ocupar, para extender su dominio hacia las fértiles tierras del Cibao. Así se ve la enorme incidencia de los militares en la vida de la colonia. Su fuerza llegó a ser tal que en 1661 un grupo de militares se sublevó contra el gobernador, porque sus salarios no se les pagaban. Pero había que continuar con la defensa de la Isla cuya porción occiden- tal ya estaba casi perdida. Para ello la Corona inventó una serie de medidas, siendo la más importante la traída de muchos españoles de la península y de las Islas Canarias para poblar las regiones fronterizas de las áreas ocupadas por los franceses. La otra medida fue organizar cuadrillas de militares con la función permanente de recorrer los territorios fronterizos y desbaratar los sembrados y matar el ganado de los franceses que habían penetrado a la parte española. Se llamaron «cincuentenas» y junto con la «Armada de Barlovento» por el mar, pudieron frenar temporalmente la ocupación francesa, cuyos límites con el resto de la isla eran al norte el río Masacre y al sur el río Pedernales. Con motivo de las guerras que España mantenía en Europa contra sus ri- vales Francia e Inglaterra, el peligro de que Santo Domingo fuese atacada era mayor. Por tanto, en los primeros años del siglo xviii , los gobernadores de la Isla se preocuparon en fortalecer más aún las murallas de la ciudad, pudiendo decirse que todo lo que ingresaba al tesoro, incluyendo el Situado, se iba en pagar los sueldos de los militares y los gastos de reparación y mantenimiento de las murallas y castillos que defendían a la capital. Siendo los militares en su mayoría oriundos de España o de otras pose- siones suyas en América, su presencia era resentida por los criollos, quienes veían en esos advenedizos una amenaza a sus negocios y preeminencia. Como además esos militares gozaban de un fuero especial, su frecuente arrogancia ante los locales hería más aún la susceptibilidad de esos criollos. Las con- frontaciones fueron frecuentes. Así vemos que en el año 1706 hubo conflictos entre los regidores del ayuntamiento de Santo Domingo y los jefes militares, sobre cuestiones de tan poca trascendencia como el lugar donde los militares debían sentarse en los actos religiosos de la catedral. Para que no explotara la situación hubo que conciliar y se firmó entre las partes en conflicto el llamado «Papel de Concordia», que momentáneamente calmó los ánimos. En el 1706 los militares solicitaron al Rey que todo nuevo gobernador fuese militar, a lo cual accedió la Corona ya que en 1707 nombró como go- bernador al mariscal de campo Guillermo Morfi, y así continuó la práctica en adelante.
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