Historia General del Pueblo Dominicano Tomo I

Aparatos administrativos e institucionales 544 Otro ejemplo lo tenemos en el año 1721, cuando se produjo un grave enfren- tamiento entre los comerciantes de Santiago y el gobernador de la isla Fernando Constanzo y Ramírez. Provino de la decisión de este gobernador de imponer un impuesto a todo el ganado que se exportaba a la parte ocupada por los franceses, establecido de forma ilegal y que pararía en sus bolsillos. Esta medida arbitraria causó una rebelión cuando muchas personas, dirigidas por el capitán Santiago Morel de Santa Cruz, expulsarón a los guardias puestos por Constanzo y, en cier- to modo, se declararon durante un tiempo independientes de la gobernación de la isla. Las razones de esta crisis las describe claramente Moreau de Saint Mery: El presidente español, que estaba, sin duda, admirado por el incre- mento que había alcanzado el comercio de los ganados de la colonia, que él administraba, quiso entorpecerlo o por lo menos hacerlo lu- crativo para él, exigiendo un impuesto de salida; pero los españoles, vecinos de la frontera, no satisfechos, se declararon en una especie de sublevación, muy particularmente los de Santiago. El movimiento llegó a hacerse tan considerable a principios de 1721 que hizo creer al gobernador francés que podía tener alguna otra causa y que ocultaba ideas hostiles contra su territorio. El señor Conde de Arquian, go- bernador del Cabo, quiso llevar tropas a la frontera, y el presidente, para ocultar su avaricia, pretendió que los revoltosos de Santiago habían tenido por objeto entregar esa ciudad a los franceses. Esas diversas circunstancias hicieron, por lo menos, que el gobernador se viera obligado a renunciar a su proyecto de impuesto de salida. 37 Durante los años siguientes, a medida que los franceses se adentraban en la parte española por el oeste, la presencia militar en la llamada «línea de toleran- cia» se hizo más necesaria. Esa línea fluctuaba, ya que cuando las autoridades españolas se descuidaban, los franceses avanzaban. Cuando ese avance era muy notorio las milicias criollas o «cincuentenas» hacían retroceder a los franceses y les destruían sus sembrados y ganados. En 1790, en víspera del Tratado de Basilea, las autoridades españolas dividieron la región fronteriza en dos seccio- nes, una con sede en Dajabón y la otra en San Rafael, ambas con dotaciones mili- tares permanentes. La frontera se fue, además, poblando de inmigrantes blancos y se fundaron poblados como Hincha, Las Caobas, San Miguel de la Atalaya, San Rafael y Bánica, para dar mayor presencia española en esas regiones que se iban perdiendo. Así, toda la colonia española estuvo sometida a un régimen militar, impuesto por la necesidad de preservarla. Las instituciones locales, como los municipios y la Real Audiencia, sufrieron en su autoridad ante el avasallador

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