Historia General del Pueblo Dominicano Tomo I

La Iglesia y las manifestaciones religiosas 556 El proceso colonizador estuvo caracterizado, en gran medida, por su alto contenido en cuanto a política evangelizadora se refiere. Este compromiso se había adquirido desde los primeros años de la conquista entre la Santa Sede y los monarcas españoles. Ahora bien, esto no significó que en la práctica se llevara a cabo de la forma que tanto el Vaticano como la monarquía española lo habían concebido. Esto fue debido, entre otros factores, a las dificultades internas que se dieron en el proyecto colonizador. Las contradicciones entre Iglesia y Estado no afloraron antes de 1511 porque el proyecto colonizador estaba sujeto a una dinámica cuyo motor principal era la mano de obra indígena. Esto impedía cualquier arreglo posible entre la élite gobernante, representada en su gran mayoría por la clase encomendera, y los religiosos. El llamamiento al orden jurídico y moral por parte de un importante sector de la Iglesia local fue motivado por las condiciones inhumanas a que estaban siendo sometidos los nativos. Hacia finales de la primera década del siglo xvi la población indígena se había reducido considerablemente por las guerras que libraban con los colonizadores. Lamentablemente, cuando los religiosos dominicos dieron la voz de alarma, la población aborigen estaba prácticamente diezmada. 25 Uno de los acontecimientos más importantes de aquellos años fue protagonizado en 1511 por los miembros de la Orden de Santo Domingo: 26 la denuncia formulada en el conocido Sermón de Montesino, sobre la forma inhumana en que eran tratados los indios. Esta protesta abrió la brecha entre el Estado y una parte de la Iglesia. Para la misa de ese día fueron convidados todos los vecinos de la ciudad de Santo Domingo, quienes se congregaron en la iglesia mayor. Estaban presentes el gobernador Diego Colón, los oficiales reales y los miembros de la recién creada Real Audiencia. El orador fue Fray Antonio Montesino, un fraile dominico caracterizado por sus dotes de predicador y su fuerza discursiva; era el segundo de la orden, después del vicario Fray Pedro de Córdoba. En este sermón por primera vez se denunciaban las atrocidades cometidas por los colonizadores en contra de la población nativa. La fecha escogida, no precisamente al azar, fue la mañana del 21 de diciembre, el cuarto domingo de adviento. 27 Llegada la hora, y según refiere Las Casas, subió al púlpito el referido fraile: y tomó por tema y fundamento de su sermón que ya llevaba escrito y firmado de los demás: ego vox clamantis in deserto . Esta voz, dijo él, que todos estáis en pecado mortal, y en él vivís y morís, por la crueldad y

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