Historia General del Pueblo Dominicano Tomo I

Historia general del pueblo dominicano 557 tiranía que usáis con estas inocentes gentes. Decid, ¿con qué derecho y con qué justicia tenéis en tan cruel y horrible servidumbre a estos indios? ¿Con qué autoridad habéis hecho tan detestables guerras a estas gentes que andaban en sus tierras mansas y pacíficas; donde tan infinitas de ellas, con muertes y estragos nunca oídos, habéis consumido? ¿Cómo los tenéis tal opresos y fatigados, sin darles de comer ni curarlos en sus enfermedades, que de los excesivos trabajos que les dais incurren y se os mueren, y por mejor decir, los matáis, por sacar y adquirir oro cada día? ¿Y qué cuidado tenéis de quien los doctrina, y conozcan a su Dios creador, sean bautizados, oigan misa, guarden las fiestas y domingos? ¿Estos, no son hombres? ¿No tenéis ánimas racionales? ¿No sois obligados a amarlos como a vosotros mismos? ¿Esto no entendéis? ¿Esto no sentís? ¿Cómo estáis en tanta profundidad de sueño tan letárgicos dormidos? Tened por cierto, que en el estado que estáis no os podéis más salvar que los moros o turcos carecen y no quiere la fe de Jesucristo. 28 La reacción de la élite de la ciudad no se hizo esperar. Esa misma mañana se reunieron en casa del gobernador don Diego Colón todos los representantes del gobierno local, desde el tesorero Miguel de Pasamonte hasta los oficiales reales y demás miembros de la Real Audiencia, contador, factor, veedor, etc. 29 Condenaron expresamente y de forma categórica los «excesos» atribuidos al fraile escandaloso. Para ello salieron en comisión a reprender tanto al predicador Montesino como a los demás miembros de la orden dominica y a pedirle al fraile que se retractara de la homilía. Aún más, los encomenderos amenazaron a los integrantes de la orden con expulsarlos de la isla si no se desdecían. La comisión oficial fue recibida por el prior, el venerable Fray Pedro de Córdoba. Este, como era de esperar, asumió toda la responsabilidad, argumentandoqueel sermónhabíasidoaprobadopor laOrdendePredicadores después de reflexionar sobre la inhumana situación de los indios. Finalmente, los encomenderos abandonaron la casa del prior con el convencimiento de que el próximo domingo el fraile se iría a retractar de la prédica. Las Casas relata que las autoridades oficiales llegaron a tanta ceguedad que les dijeron que si no lo hacían «que aparejasen sus pajuelas para se ir a embarcar e ir a España». A estas amenazas le respondió el padre vicario: «por cierto, señores, en eso podremos tener harto de poco trabajo». 30 Al parecer, los más aviesos corrieron la voz en el sentido de que el prior y el vicario de los dominicos habían comunicado que el domingo siguiente

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