Historia General del Pueblo Dominicano Tomo I

Historia general del pueblo dominicano 559 conocerá su falta y mandaría entrometerse y remediarían lo que han dañado y así les escribiré para que no prediquen más en esta materia y hablen de ella. Y yo porque siempre tuve mucha devoción en esta orden y no quería que en mi tiempo recibiesen ninguna afrenta tuve por bien queden allá con tanto que no hablen en púlpito ni fuera del directa ni indirectamente en esa materia ni en otra semejante, porque de ello os mando que vos y el Almirante toméis con voz a Pasamonte y los dos dad las dichas cartas al Vicario General y a esos otros padres y hablándoles por la mejor manera que allá os pareciere y si hubiere por bien ajuntar con vos, que aquellos ni otros frailes de su orden hablarán en estanterías ni otros semejantes en púlpito y fuera del ni público de secreto salvo para decir como si ellos estaban en aquella opinión era por no estar informados de lo dicho que tenemos en esas islas, y aún también por no saber las justificaciones que había para que los indios sirvan como sirven. Más, aunque para tenerlos en más servidumbre dejarlos estar en la isla día a ayudarlos a favorecerlos para que puedan hacer todo el fruto posible en esas partes en las cosas de nuestra fe. Y si por ventura que se tomó quisieran venir, y a vosotros parecieren que dejándolos allá continuarán con su mal propósito, por la mejor y más con esta manera que a vosotros pare- ciere enviarnos acá a su Superior para que los envíe él en cualquier navío que allá haya y todo esto debéis de hacer con toda diligencia porque cada hora de la que ellos estén en esa isla estando de esa dañada opinión harán mucho daño para todas las cosas de allá y por la mucha prisa este espacio no se os podrá responder a todo lo que escribí con otros se vos escribirá largamente respondiendo a todos. 34 Como puede verse, las denuncias que hicieron los oficiales reales de la Española tuvieron una rápida acogida por parte de los principales encomenderos absentistas, entre los cuales destacan el secretario Lope de Conchillos y el consejero real Juan Rodrigo de Fonseca. 35 Estos alentaron y dirigieron un movimiento tendente a desacreditar a los frailes de la orden dominica. Igualmente trataron de justificar la actitud de los encomenderos frente al indio antillano. Las ideas vertidas por las autoridades de la isla calaron de tal manera en la mente del monarca que este llamó directamente a Fray Alonso de Loaysa, provincial de Castilla, para quejarse de la actitud irreverente de los frailes de la Orden de Predicadores radicados en Santo Domingo. El rey los acusó de predicar en contra de su política de Estado y los desautorizó alegando que

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