Historia General del Pueblo Dominicano Tomo I

La Iglesia y las manifestaciones religiosas 564 el presidente estaban los miembros del Cabildo municipal, quienes eran humillados constantemente por los oidores más influyentes de la Real Audiencia. De su presidente se decía que tomaba las decisiones de forma apasionada dejándose llevar por las emociones. De igual manera, Fuenmayor fue acusado incluso por los miembros del Cabildo catedralicio, en particular por el canónigo Juan Tarifeño, quien le recriminó quedarse con la parte correspondiente a la cuarta capítula, específicamente la tercera parte de lo que rentaba el beneficio simple y curado: «y todo ello roba a la Iglesia porque si él no lo llevase y entrase en la cuarta capitular habría de pagar al pertiguero y al mayordomo de la fábrica y organista y acólitos y otras personas y se han de pagar de la cuarta capitular y no de la fábrica. Y como la cuarta capitular no tiene de qué pagar los susodichos, págalos la fábrica y es lo que quiere por llevarse el del beneficio simple y curado y este Cabildo lo consciente por lo que tengo dicho que los afrenta y los deshonra y los echa a la cárcel ». 54 Durante el tiempo que gobernó Fuenmayor, a petición de los miembros del Cabildo municipal de Santo Domingo la Corona envió una Real Cédula en la que ordenaba que la Audiencia de Santo Domingo señalase como parroquia la Iglesia de Santa Bárbara para que los vecinos acudiesen con sus diezmos a dicha Iglesia. En otra cédula se daban instrucciones sobre la forma de diezmar el azúcar y cómo los señores de ingenios debían pagar sus diezmos al cura que tenían en sus ingenios. Según declaraciones de uno de los testigos presentados en una de las probanzas que se les hicieron al presidente y oidores de la Audiencia, después de recibidas las Reales Cédulas mencionadas el obispo dijo que se dividiesen las parroquias tal y como había mandado Su Majestad, pero que sobre los diezmos y las reparticiones que había que hacer entre sus clérigos e iglesias, «Su majestad no era parte y no podía mandar ni entrometerse en ello ya que aquello solamente pertenecía al Papa y al obispo por ser cosas espirituales y que él como obispo y su Cabildo de la iglesia proveían en ello lo que les pareciese a sus clérigos e iglesia». 55 En vista de esta situación, el cura de la Iglesia de Santa Bárbara, de apellido Alfaro, se quejó ante la Real Audiencia alegando que el arzobispo y el Cabildo Eclesiástico de Santo Domingo no le daban los diezmos que le pertenecían en virtud de la cédula enviada por Su Majestad. Al parecer esta queja fue formulada cuando el presidente se encontraba de visita en el obispado de Concepción de la Vega. De regreso a Santo Domingo, el licenciado Fuenmayor se enteró de que el sacerdote quería llevar su queja ante Su Majestad, por lo que, a modo de represalia, lo encerró en la cárcel de la ciudad hasta que desistió de su empeño. La actitud represiva del arzobispo agudizó las contradicciones que desde hacía tiempo se estaban dando entre el alto y el

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