Historia General del Pueblo Dominicano Tomo I

La Iglesia y las manifestaciones religiosas 566 y otros establecimientos o eran rentistas de esclavos. Todo cambió de manera radical, sobre todo a raíz de la crisis que produjo en la isla la devaluación de la moneda. Esto afectó directamente a las iglesias, conventos, monasterios y demás instituciones eclesiásticas que tenían gran parte de sus bienes puestos a censo. A partir del momento en que la moneda se devaluó, muchas de estas instituciones vieron limitadas sus posibilidades para subsistir, dado que la renta de sus bienes no les alcanzaba para el sustento de sus miembros. Otra de las contradicciones que surgieron entre el gobierno civil y el eclesiástico fue ocasionada por cuestiones relacionadas con los bienes de difuntos. Según denuncias formuladas por algunos de los miembros de la Audiencia de Santo Domingo, los clérigos se apropiaban de los bienes de los difuntos, sobre todo los de aquellos que no tenían familiares en la isla. Gran parte de los vecinos eran militares y solteros que no tenían familia. Al no haber quien los heredara, cedían sus bienes a las llamadas «manos muertas». En el momento que enfermaban, tenían en su cabecera a clérigos y frailes que casi por fuerza les hacían firmar testamentos compeliéndolos a que dejaran sus bienes en sus monasterios. Producto de esta práctica, se decía que «las villas y lugares de esta isla se van consumiendo y los bienes de los difuntos incorporando a los monasterios». 56 En 1563 el tesorero Alonso de la Peña tenía más de diez mil pesos en moneda de cuartos en concepto de bienes de difuntos. Estas propiedades, al no tener herederos, pasaron directamente al fisco, que las cambiaba por azúcar y cueros para enviarlos al monarca Felipe II . 57

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