Historia General del Pueblo Dominicano Tomo I
Resistencia a las relaciones de dominación 592 y aún han habido pareceres que se doblase porque ha sido tanto el temor que se ha tenido de estos negros que no se puede creer. 54 Las rebeliones de esclavos, y particularmente la que encabezó el caudillo Diego de Ocampo, repercutieron de manera negativa en la economía de la isla. Algunas fuentes afirmaban que entre los desastres naturales que tuvieron lugar en el año de 1545 y las rebeliones de esclavos, las pérdidas superaron los 400,000 pesos. 55 Efectivamente, se registró una crisis importante, sobre todo por la caída del poder adquisitivo que ocasionaron los altos impuestos y la devaluación de la moneda local. La estimación parece exagerada, pues multiplicaba varias veces el gasto que tenía toda la administración colonial. El precio de la harina, por ejemplo, en menos de 10 años se incrementó en más del 78%. Una pipa de vino que en 1530 costaba 25 castellanos pasó a valer 40, lo que supuso una subida de algo más del 60% Además de estos artículos, podemos ver cómo también subieron los precios de la ropa y del calzado y, sobre todo, el de los esclavos negros. La firma del tratado de paz entre el caudillo Diego de Ocampo y las autoridades de Santo Domingo no supuso, como se verá, el fin de las cimarronadas y del uso de la violencia por parte de los esclavos alzados. Si bien a partir de ese momento la colonia vivió un proceso de relativa calma, esto no significó la desaparición del movimiento rebelde, como querían argumentar algunos funcionarios de la Audiencia. A principios de 1547 el mismo licenciado Cerrato reconoció la existencia de un grupo de más de 20 cimarrones alzados bajo el liderazgo de Sebastián Lemba. Refiere el presidente que tras esa cuadrilla se mandó un capitán español con 25 efectivos, y que «ni de los blancos ni de los negros hemos tenido más nueva hasta que se enteró que el capitán español, con la gente que llevaba se había embarcado en Puerto Real e ídose al Perú». 56 Enrealidad, los rebeldesnuncadejaron las armas, apesarde laclaudicación de algunos de sus líderes. Lemba, por ejemplo, estuvo en el Baoruco desde los tiempos de Diego de Guzmán, o sea, desde mediados de la década de los años cuarenta hasta 1548. El licenciado Alonso de Grajeda, oidor de Santo Domingo, describía así la situación: «Según lo tengo entendido jamás han de faltar alzados en esta isla por los alientos y aparejos que para ello tienen y que parece cosa natural suya». 57 A inicios de 1547 se produjo un recrudecimiento de las rebeliones de esclavos. La más importante de estas cimarronadas estuvo capitaneada por Sebastián Lemba, posiblemente el más experimentado de todos los caudillos
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