Historia General del Pueblo Dominicano Tomo I

El contrabando y la decadencia de las relaciones de producción esclavistas 600 agudizaran hizo que, finalmente, el Rey tomara parte en el asunto. Las auto- ridades reales eran grandes beneficiarias del negocio americano por los ingre- sos de las recaudaciones fiscales por concepto de las exportaciones de rubros tan importantes como los azúcares, cueros y demás granjerías agrícolas. Si bien es cierto que los inversionistas peninsulares eran conscientes de la dependencia de los productores de la Española, no dejaban de reconocer la importancia de los frutos criollos en el mercado mundial y, sobre todo, para la reproducción de sus capitales. Los señores de ingenios sabían, igualmente, que las presiones que recibían de los sevillanos con el fin de conseguir mejores precios en los azúcares y demás géneros agrícolas no eran suficientes como para ceder al chantaje y la extorsión a que estaban siendo sometidos. Sabían que la quiebra de la economía azucarera supondría un duro revés y, por tan- to, no iban a radicalizar sus posiciones, pues una acción de esa naturaleza acarrearía la ruina de un negocio con mucho futuro. Todos los pleitos se remitían al Consejo de Castilla porque una gran parte de los funcionarios locales, al ser los responsables de administrar la justicia civil, no podían convertirse en jueces de una causa en la que eran los actores principales. La burocracia dominicana formaba parte de la élite económica de Santo Domingo y representaba a los productores locales. Una vez los expe- dientes llegaban a Sevilla, quedaban en manos de los principales juristas de la época que, como es natural, estaban al servicio de los grandes capitales. Las primeras inversiones hechas en los ingenios de Santo Domingo se ca- nalizaron a través de sociedades formadas entre colonos radicados en la isla y algunos empresarios castellanos, los cuales, atraídos por las noticias de las riquezas, no querían quedarse fuera del negocio americano. Debemos destacar que tras los acuerdos firmados entre Colón y los Reyes Católicos para la empre- sa del descubrimiento, este fue el principal movimiento de capitales utilizados por la burguesía peninsular en las nuevas tierras conquistadas. 2 Estos inversores, sin embargo, antes de consignar sus capitales se asegu- raron y tomaron medidas tendentes a garantizar la integridad de los mismos. Para ello, utilizaron las propiedades de los ingenios, desde la molienda hasta las casas, tierras, esclavos, ganado vacuno, caballar, así como todas las demás pertenencias del complejo azucarero. En algunos casos quienes no poseían recursos suficientes para avalar sus préstamos buscaban a fiadores solventes que les sirvieran como garantes. 3 Ahora bien, la principal fianza que tenían los acreedores andaluces estaba dada por la ley de la oferta y la demanda, reforza- da por el intercambio desigual que beneficiaba a la economía más desarrollada. Su efecto era aún mayor si se aplicaba en una sociedad marcada por un atraso evidente en las relaciones de producción como era la sociedad dominicana.

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