Historia General del Pueblo Dominicano Tomo I
El contrabando y la decadencia de las relaciones de producción esclavistas 604 a los que acusó de conseguir aquella Real Provisión sin haber informado a las autoridades competentes de la realidad por la que atravesaba la econo- mía de Santo Domingo. Según Oviedo los mercaderes querían: que la justicia y regimiento de Santo Domingo no les fuese de la mano, sino que su boca fuera su medida como lo ha sido hasta hoy en tanta manera. Que como los mantenimientos sean cosa que no se puede escasear no se han contentado ni contentan con ganar el doble ni redoblarlo sino que ganan el ciento y mas por uno […] aquellos mercaderes habían destruido aquella isla y ciudad al no pagar con perentoria […] que cuando mas pan y vino había en España tanto más mal año publican los mercaderes en las Indias y no dejaban de revender sus mercaderías y bastimentos a altísimos precios porque como allá va solo lo que ellos llevan registrado y saben lo que se gas- ta y nos llevan registrados con el dedo y no llevan una pipa de vino ni otra de harina más de lo que les parece para que ni allá salgamos de necesidad y hambre ni ellos dejen de ganar todo lo que quieren. 9 A raíz de este hecho se produjo una disminución considerable de la en- trada de barcos, aunque no en la proporción que afirmaban las autoridades de la Española. Con estas denuncias los funcionarios locales pretendían obtener nuevas concesiones y una mayor apertura comercial. Pero sobre todo, trata- ban de liberarse del férreo control que ejercían los mercaderes de Sevilla sobre los géneros producidos en Santo Domingo. Los distintos registros consultados reflejan que la realidad del comercio trasatlántico era por completo distinta a la que pregonaban las autoridades insulares. Es de suponer que, efectivamente, en años puntuales el número de embarcaciones no fuera suficiente para cargar lo que producía la colo- nia. Según los miembros de la Audiencia, con diez embarcaciones al año se cubría la demanda de bienes importados; por el contrario, para exportar los excedentes agrícolas no bastaban 40. 10 Entre 1520 y 1570, por ejemplo, salieron de los puertos de Santo Domingo, y Puerto Plata 146 navíos, o sea, casi tres por año. Además de los registros que aparecen en los archivos oficiales, había un comercio paralelo controlado por los productores de Santo Domingo. Por lo general, muchos de los grandes colonos tenían sus propias embarcaciones. Lamentablemente, no tenemos constancia de las salidas de estos barcos ni las secuencias estadísticas. El contador Álvaro Caballero, uno de los princi- pales señores de ingenios de la Española, llegó a decir que no acostumbraba
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