Historia General del Pueblo Dominicano Tomo I

Historia general del pueblo dominicano 619 L as D evastaciones La reducción de los pueblos de la banda norte no iba a resultar tan sencilla. El gobernador era consciente de que las Devastaciones no eran la solución y que no acabarían con los males que causaban los rescates a la hacienda real. Para jus- tificarlas, no dudó en desautorizar y deslegitimar a los moradores argumentando que quienes vivían en esos lugares eran vagabundos y solteros que se dedicaban a hurtar los hatos para traficar con los enemigos. Decía que había que destruir esos parajes debido a que estaban infestados por truhanes enemigos de la Corona. 63 Durante los años de 1605 y 1606 se llevaron a cabo las despoblaciones anunciadas desde finales de la década de los setenta del siglo xvi ; primero se hicieron en los pueblos de la costa occidental, donde se encontraban las po- blaciones de Monte Cristi, Puerto Plata, la Yaguana y Bayajá. Posteriormente se completaría con la segunda, que incluía Neiba, Azua y San Juan de la Maguana. Todas estas poblaciones se reconcentraron en los alrededores de Santo Domingo. Es muy extraño que en la Cédula enviada tanto al gobernador Osorio como al arzobispo de Santo Domingo dando luz verde para que se adoptara la medida solo estuvieran incluidos los poblados de Puerto Plata, la Yaguana y Bayajá, sin que en ningún momento se mencionara Monte Cristi. No cree- mos, como afirman algunos autores, 65 que fuera debido a que no tenía la importancia de las demás, pues era uno de los lugares más activos en cuanto a comercio clandestino se refiere. Entendemos que más bien pudo ser debido a la influencia política y económica de las autoridades de esa villa, entre los que se encontraba el alcalde Rodrigo de Bastidas, miembro de una de las familias más tradicionales e influyentes de la colonia. Las primeras reconcentraciones fueron hechas en Bayaguana y Monte Plata, villas creadas para tal efecto. En la primera se juntaron los vecinos de Bayajá y la Yaguana, y en Monte Plata se unieron los de Monte Cristi y Puerto Plata. Los pobladores de Neiba y San Juan de la Maguana serían conducidos a la villa de Buenaventura, a diez leguas de Santo Domingo. Ambos núcleos es- taban compuestos por gentes rebeldes a los que llamaban «grifos», los cuales durante mucho tiempo anduvieron alzados en la sierra del Baoruco. 66 Las reducciones de los pueblos costeros y su posterior reconcentración en los alrededores de Santo Domingo respondían a la táctica ideada para man- tener a sus habitantes controlados y alejados de los lugares de mayor laxitud comercial. Ahora bien, en la práctica esto no fue así, pues en aquel momento el poder político no contaba con las fuerzas militares suficientes para vigilar

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