Historia General del Pueblo Dominicano Tomo I
Historiografía dominicana 62 Una cuarta etapa, que arranca en las últimas décadas del xix , se puede caracterizar como de estilo analítico. Cedió la perspectiva política narrativa y ganó cuerpo el enfoque teórico que compagina una metafísica cultural con la incorporación de lo social. El principal instrumental utilizado fue la teoría positivista, introducida en el país en la década de 1880. Hubo empero otros enfoques, algunos de los cuales precedieron al positivismo. Esta corriente es- tuvo inmersa en una nación cuyos graves problemas no resueltos convocaban a un examen acerca de sus determinantes. Los intelectuales ratificaron, en forma genérica, la confianza en el horizonte del liberalismo, pero pusieron en tela de juicio muchas de sus certezas a la luz de los frustratorios resultados al- canzados. Fue la tónica predominante de lo que erradamente se ha calificado de «gran pesimismo». 2 Bajo la dominación trujillista, entre 1930 y 1961, hubo tal grado de articula- ción entre los planos políticos y culturales en el sistema político, que se confor- mó una corriente derivada de la historiografía. La hagiografía y la justificación intelectual del régimen le confirieron su tónica. Los rasgos despóticos del régi- men impregnaron de validez pragmática a tal variante del discurso histórico. Pero, además, durante los treinta y un años del trujillato se expandió la vertiente académica, en muchas de cuyas expresiones no estaba presente una manipulación política. Tal práctica académica tradicional no daba con- tinuación a la anterior, salvo en antecedentes aislados de corte erudito, pues desechó la indagatoria metafísica acerca de la sustancia del conglomerado. No obstante sus perfiles autocráticos, el régimen toleraba cierta variedad de expresiones culturales, con tal de que no contraviniesen sus propósitos e intereses. La modernización de la sociedad operó como una catapulta para la generalización de la elaboración historiográfica. Uno de los componentes de esta expansión fue la erudición, expresada mayormente en la edición de fuentes, de la cual había escasos precedentes en la etapa previa. Aunque du- rante la dominación trujillista se reconocen dos expresiones historiográficas –la vulgar del régimen y la académica– no estuvieron totalmente deslindadas. Por último, se ha englobado en una sola etapa el proceso posterior a la caída de la dictadura de Trujillo. Algunas líneas arrancan del periodo anterior, como es el caso de la continuación de la elaboración académica. Pero lo más novedoso fue la irrupción del materialismo histórico, que ha dominado la aproximación a la historia en el prolongado periodo, a partir de una revisión o incluso de la negación de los presupuestos de lo que Jimenes Grullón califica como historiografía tradicional. Una porción de la historiografía académi- ca, particularmente la de autores postrujillistas, si bien no han aceptado los presupuestos del materialismo histórico, no ha quedado exenta de algunas
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