Historia General del Pueblo Dominicano Tomo I

El contrabando y la decadencia de las relaciones de producción esclavistas 620 y frenar aquella avalancha de gente cuyo número superaba a los moradores de Santo Domingo. El hambre, la escasez de alimentos, la insalubridad y la inseguridad fueron factores que terminaron de romper el equilibrio socio- demográfico que reinaba en la ciudad del Ozama. C onsecuencias de las D evastaciones Podemos concluir que ningún acontecimiento histórico marcó tanto a la sociedad dominicana como las Devastaciones. La reducción y posterior re- concentración de los lugares costeros supuso una nueva configuración social en la que el criollo se convirtió en el elemento predominante. En términos económicos, se sintetizó todo el tejido social que se había diseñado en la colonia. Los cambios registrados en áreas tan importantes como la plantación azucarera transformaron desde el paisaje rural hasta las costumbres y forma de vida del «dominicano». Actividades como la desjarretadera del ganado cambiaron el campo, los montes y hasta las grandes sabanas, dando paso al ganado salvaje. Aunque hacia finales del siglo xvi la empresa azucarera había entrado en franca decadencia, no se justificaba su destrucción total. La incapacidad de los sectores productivos para transformar el sistema de plantación, o por lo menos mantener los estándares sociales, terminó arruinando uno de los modelos pro- ductivos de sociedad. Su punto de inflexión se produjo precisamente con las Devastaciones de 1605, las cuales provocaron el mayor éxodo de capitales y per- sonas. Gran parte de los productores de azúcar se trasladaron con sus esclavos a Santiago de Cuba y Bayamo. En respuesta a esa acción, Osorio trató de llenar el vacío dejado mediante la compra de más esclavos para ponerlos a trabajar en unas minas de plata descubiertas en Jarabacoa. Adicionalmente, Osorio pidió a la Corona que le concediera una licencia especial para llevar 1,000 esclavos adquiridos a crédito que serían utilizados tanto en las minas como en los pequeños trapiches e ingenios. En vista de que el monarca no apoyó esa iniciativa, el gobernador decidió perseguir a quienes se habían ido a Cuba con sus haciendas y esclavos para obligarlos a volver a Santo Domingo. Otra de las medidas adoptadas por el gobernador fue prohibir la siembra de la sementera del jengibre, al asegurar que la producción de esta raíz y su comercialización tenían parte de la culpa de los crecidos daños de la tierra.

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