Historia General del Pueblo Dominicano Tomo I

Historia general del pueblo dominicano 65 la implantación española, sino que se circunscribe a describir las creencias de los aborígenes. Se trata de un antecedente de un texto etnográfico, para lo cual aprendió el lenguaje de los macorixes, entre quienes vivió durante varios años. Por lo que informa Las Casas, carecía de una cultura amplia, por lo que no sacó todas las consecuencias posibles de su empresa. De todas maneras, el texto de Pané tiene relevancia, por ser el único que sistematiza el conoci- miento de los mitos y creencias religiosas de los aborígenes. Se advierte que la cosmogonía aborigen comprendía una noción de la historicidad, marcada por la no distinción entre los ámbitos de los dioses y de los humanos; a partir de tal paradigma, se observarán múltiples referencias a procesos puntuales de la génesis del pensamiento insular, asimilado a la humanidad toda. Mientras se sucedían los acontecimientos desde el verano de 1492, otro religioso observaba atentamente, aunque a distancia, lo que iba acontecien- do. Se trató del italiano Pedro Mártir de Anglería, formado como cronista de acuerdo a preceptos literarios de la tradición renacentista. 9 Aunque nunca estuvo en América, se esmeró en recabar todo género de informaciones. Tuvo conciencia de que se enfrentaba a un magno acontecimiento y de que el medio americano contenía peculiaridades por completo diferentes de las caracterís- ticas del europeo. No juzgó la obra de España y tampoco puso en entredicho la humanidad de los indios. Se restringió a recopilar un conjunto de relatos de hechos, instituciones y creencias de forma exultante e imaginativa. Se esmeró en adornar sus Décadas con un aire estético que lo llevó a un acento un tanto desenfadado respecto a la exactitud de los hechos. Por la misma razón, y a diferencia sobre todo de Las Casas, no se propuso discurrir acerca de atribu- ciones causales o explicaciones. Solo marginalmente otras obras de esta categoría tocaron aspectos rele- vantes de la historia inicial de la isla. 10 Las restantes crónicas son tan cortas que lindan con el memorial. Se limitan a proporcionar informaciones aisladas, aunque a veces de enorme importancia, ya que se refieren a hechos acaecidos en los primeros años de la presencia española en América. 11 Como se ha insinuado en el anterior acápite, como género preexistente al avance hacia América, el memorial se adelantó a la crónica. Los memoriales quedaron guardados en los archivos del aparato administrativo de la monar- quía, por lo que en cierto sentido en su mayoría carecieron de consecuencias inmediatas en lo referente a las visiones de la historicidad. De todas maneras, existía una suerte de «jurisprudencia» en los estratos administrativos colo- niales acerca de los formatos de esos documentos, por lo que dieron lugar a la acumulación de informaciones y medios de su transmisión en el reducido estamento de letrados y otros interesados. Desde casi el inicio de la colonia se

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