Historia General del Pueblo Dominicano Tomo I

Historiografía dominicana 66 elaboraron materiales de este género, algunos de los cuales son hoy pondera- dos como referentes de primer orden acerca de épocas determinadas, como el del Lic. Juan Echagoian o la Relación sumaria de Jerónimo de Alcocer, el primero de la década de 1560 y la segunda de mediados del siglo xvii . 12 Normalmente los funcionarios dan cuenta, para conocimiento de la mo- narquía, de un conjunto puntual de problemas alrededor del cual se exponen antecedentes, situación geográfica, condiciones generales del país, estado de la economía y las finanzas públicas, funcionamiento de las instituciones laicas y eclesiásticas, etc. Es cierto que la conciencia histórica de los medios superiores daba lugar a un conjunto de manifestaciones que trascendían los memoriales generados en las instancias administrativas. Estos últimos, más bien, operaron como vehículo para reciclar los moldes espontáneos de la historia, habida cuenta de la incidencia de los criollos en el Cabildo de la ciudad de Santo Domingo y otras instituciones fun- damentales. No pocos peninsulares que llegaban como funcionarios o militares decidían permanecer en la isla, con lo que se compenetraban con una perspectiva local y podían terminar alineados en el sigiloso bando criollo. Tales miradas de la historia estaban focalizadas en los estratos dirigen- tes asentados en el medio local, cuya preeminencia se anclaba en una noción difundida acerca de su origen entre los conquistadores. 13 La pretensión no- biliaria de los círculos superiores, que daba lugar a una práctica endogámica regulada, 14 se manifestaba en la atención a la genealogía y a la relación con ac- ciones de antepasados que denotaran la virtud del linaje. Integrantes de esas familias guardaron con esmero las reliquias documentales que acreditaban sus orígenes, propiedades, méritos y acciones de los antepasados. 15 Algunas de estas colecciones incluyen diplomas variados, títulos de propiedad, corres- pondencia, derechos sobre mayorazgos, etc. Hasta fines del xviii , con excepción de un estrato reducido, este patrón de relación con la historia no experimentó variaciones sustanciales. Tenía por fuerte una transmisión oral mítica, acompañada de una literatura escasa, la confección de memoriales sobre temas puntuales y la consulta esporádica de documentos en cantidades mínimas. Desde el punto de vista de los parámetros actuales de la disciplina, no se generaba conocimiento histórico en el entorno de los sectores superiores. Es elocuente que ningún dominicano publicara un libro de historia hasta finales del siglo xviii , lo que en parte se explica por el hecho de que la imprenta se instaló el último año de ese siglo. Todavía los primeros periódicos conocidos, de los años 1820 y 1821, no contienen textos de carácter historiográfico, aunque sí artículos de fondo que hacen referencia a procesos del pasado. 16

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