Historia General del Pueblo Dominicano Tomo I
Historia general del pueblo dominicano 89 solo narración, no recuperó ningún plano de la historiografía de la Ilustración, centrada en la reflexión filosófica y en los ámbitos culturales. En ningún momento, conforme a tal concepción, relacionó situaciones de la sociedad con las alineaciones políticas y las corrientes doctrinarias. Ponderó estas expresiones como aleatorias dentro de un contexto histórico, dependientes de la constitución individual de los sujetos. A la luz de lo anterior se comprende que no se propusiese hacer una histo- ria general del país. La historia del pueblo quedaba recortada por su lucha por la libertad y, por consiguiente, a la época reciente. No pasó de aproximaciones genéricas acerca de los procesos previos, por medio de supuestos un tanto apriorísticos y carentes del rigor documental que tipificó el objeto tratado. No obstante los méritos de Rodríguez Objío, habría que esperar a José Gabriel García para que un proyecto sistemático de historia nacional se hicie- ra realidad. José Gabriel García y el vuelco al liberalismo Al final de la década de 1860 emergió un cambio decisivo en la historio- grafía, representado por José Gabriel García, quien fungió como un fundador de la disciplina, habida cuenta del poco peso que obtuvo la obra de Del Monte y Tejada y su descontextualización respecto a las inquietudes de la generación vigente. Aunque bastante joven aún, García tenía experiencia política de casi dos décadas. Se insertó en una corriente emergente de pensamiento liberal, producto del desencanto respecto a la hegemonía conservadora. Al igual que otras figuras de su generación, se formó en el colegio San Buenaventura, creado en la primera presidencia de Buenaventura Báez. Durante la Anexión a España participó en un organismo secreto de partidarios de la Restauración que operó en la ciudad de Santo Domingo. En los años sucesivos ocupó po- siciones ministeriales en los gobiernos liberales de José María Cabral y Ulises Espaillat. Cuando Báez gobernó seis años, entre 1868 y 1873, marchó al exilio en Curazao, donde se distinguió al frente de una campaña contra el proyecto de anexión a los Estados Unidos. Los textos que redactó muestran arraigados criterios acerca de los procesos históricos recientes. 65 Tales compromisos militantes no fueron óbice para que desde joven co- menzara a compilar informaciones sobre el pasado. Tras la caída de Espaillat, en 1876, amargado por el rechazo de la mayoría del pueblo a ese gobernante paradigmático del liberalismo, decidió apartarse de los asuntos políticos y se dedicó por entero a redactar su síntesis de la historia dominicana. Ya había publicado su primer texto historiográfico, un manual para escolares,
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