Historia General del Pueblo Dominicano Tomo I
Historiografía dominicana 92 Entre la memoria y la historia: Gregorio Luperón García concluyó su recorrido cronológico con el gobierno de Espaillat, en 1876, cuando le tocó ser un actor de primer orden en virtud de su posición de ministro. Décadas después, en 1895, desde el exilio, Gregorio Luperón, el héroe militar de la guerra nacional, publicó el primer tomo de la panorámica de la época en que le tocó vivir. 73 El libro fue prohibido por Heureaux, y es posible que una parte de la edición fuera destruida y pocos dominicanos lo conocieran. Tiempo después, el tirano revocó la prohibición y dejó que incluso circulara el tercer tomo, donde Luperón dedicaba el grueso del espacio a denostar a su anti- guo delfín. Aun así, la influencia intelectual de Luperón fue escasa, hasta que su figura se revalorizó con los años. Se le ponderaba como militar poco ilustrado, al grado de que la generalidad de los historiadores dudó de sus afirmaciones, por considerar que perseguían una auto-reivindicación. 74 Esas aprensiones ponían en evidencia los prejuicios prevalecientes entre los círculos dirigentes de Santo Domingo, que además visualizaban al prócer como un provinciano. En contraste con tales reservas, el texto de Luperón debe ponderarse como una de las realizaciones cimeras de la historiografía dominicana en todo su discurrir. Es cierto que no alcanzó la dimensión del historiador pro- fesional, que su obra está cargada de la búsqueda de la justificación y que fue usada como un medio para relanzar una plataforma política. Luperón, de todas maneras, no era el inculto que algunos han pretendido. Con la escritura de historia también daba curso a inquietudes intelectuales, por lo que el texto, además de contener una exposición de hechos, le permitió plasmar su pensa- miento acerca de diversas materias. Como mezcló posturas y acciones propias con los hechos, puso su perso- na en el sitial preponderante de muchos acontecimientos. Con todo, el texto no alcanza la condición de memoria, por cuanto incluye procesos en los cuales no tomó parte y omite aspectos importantes de su vida. Oscila más bien entre la memoria como género y la narración del conjunto de hechos. Lo primero que devela es una excepcional conciencia histórica dentro de su entorno de guerreros. Desde joven conectó la acción con la búsqueda de una percepción de lo que era consustancial con la nación. Aunque de estirpe provinciana, humilde y en parte rural, 75 alcanzó la dimensión de un intelectual pese a las restricciones que se interponían a un político de entonces. Gran parte de su prestigio desde la Guerra de la Restauración se debió a la claridad política y a la sistematización de principios ideológicos. Fue ese talante que le permitió incursionar en la historiografía. Después de la muerte de Rodríguez Objío, Luperón continuó con más rigor aún la
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